Rubens el espía


Rubens fue probablemente uno de los artistas más exitosos de la historia. Y, a pesar de su éxito, o gracias a él, también fue diplomático y espía. Esta es la historia de su mayor éxito en esa labor.


No es difícil encontrar en el Renacimiento y el Barroco grandes artistas que ejercieran labores diplomáticas o de espionaje. Quevedo, por ejemplo, hubo de arriesgar su vida en Venencia como espía, teniendo que hacerse pasar por mendigo veneciano para esquivar a la guardia de la Serenísima República.


Marlowe, el gran dramaturgo inglés, también ejerció de espía al servicio de la Reina Isabel. Y qué decir de Sir Walter Raleigh, el explorador y gran sonetista inglés que perdió la vida debido a las conspiraciones en las que se hallaba involucrado.


Podrían citarse muchos más ejemplos, pero vayamos al grano. Lo interesante del caso de Rubens es que, a diferencia de los espías-artistas habituales, él no era poeta ni literato, sino un “arista manual”.


En efecto, lo cierto es que hasta bien entrado el Barroco la pintura y otras disciplinas artísticas eran consideradas como artes manuales carentes de la dignidad de la Literatura.


Rubens, sin embargo, desde sus comienzos en Italia al servicio del Duque de Mantua, el refinado Vincenzo Gonzaga, demostró gran saber estar y cultura, lo que le permitió ser nombrado pintor de corte del Duque casi nada más llegar a Italia.


En Italia, Rubens adquirió un gran refinamiento como hombre de mundo hasta el punto de que se rumorea su presencia en la boda de Maria de Médicis, su futura mecenas, con el soberano de Francia, Enrique IV.


De este modo, Rubens no tardó en alcanzar gran fama y convertirse en una verdadera estrella internacional del arte de la Contrarreforma. Sus grandiosas obras religiosas y mitológicas rebosaban una vitalidad y erudición muy del gusto de esa Europa católica.


Ello no impidió que Carlos I, Rey de la anticatólica Inglaterra, soñara con su participación en la decoración del techo de su nueva sala en el Palacio de Whitehall.


El caso es que Carlos, antes de acceder al trono, en 1624, había estado de visita en España junto con el Duque de Buckingham con la intención de casarse con la Infanta María Ana, hija de Felipe III. En nuestra tierra Carlos se enamoró de la grandiosidad del arte de los Austrias, muy superior a lo que se podía ver por Inglaterra.


Sin embargo, los ingleses no aceptaron la petición de la Monarquía española de que Carlos se convirtiera al Catolicismo. Carlos y el Duque de Buckingham regresaron a casa cabreados. Muy cabreados. Tan es así que no tardaron en declararle la guerra a España.


Esta era la situación cuando, en 1629, entra en juego Rubens y su gran éxito como diplomático y espía. La diplomacia española sabía de la querencia de Carlos I por la obra del flamenco, así que les pareció un plan perfecto enviarlo a Inglaterra a negociar la paz.


Rubens hubo de viajar de manera encubierta a Londres por el bloqueo holandés en el Canal de la Mancha. Cuando llegó, Carlos I no podía estar más contento: el fan se encontró con su ídolo.


Inmediatamente, el monarca se puso a planificar con Rubens la decoración de su ansiada nueva sala en el Palacio de Whitehall. Parece que no hablaron demasiado de política y Rubens se volvió a Flandes para pintar el magnífico lienzo del techo del Palacio.


Un año después, gracias a esta gestión de Rubens, se firmaba el Tratado de Madrid de 1630. No solo se alcanzaba la paz con Inglaterra, sino que se obtenían condiciones muy ventajosas como la negación del comercio a los enemigos de ambas partes.


Espero que os haya gustado la historia de cómo el talento comercial y el arte se unieron en la persona de Rubens para lograr un gran éxito diplomático. Y la verdad es que lo sucedido da para mucho más.


Y, si no, que se lo pregunten al mismísimo Carlos I cuando, 18 años después, era conducido a través de la querida sala de su palacio hacia el patíbulo, quizás levantando la vista una última vez para ver la obra de su predilecto artista. Pero eso es otra historia.


Por último, solo quiero recordar que yo no soy diplomático ni espía, pero sí buen comercial y mejor retratista. Si quieres encargar un retrato puedes hacerlo aquí.